Perfiles

DR. RICARDO GUZMÁN GONZÁLEZ

EDITORIAL ICONICA | 27 octubre

¿Qué fue lo que lo llevó a especializarse en cirugía cardiotorácica y no en otra rama de la medicina?

Desde joven me impactó la noticia del primer trasplante de corazón en México, realizado por el Dr. Rubén Arguero en 1988. Ese momento despertó en mí la pasión por la medicina y, particularmente, por el corazón. Investigué cuál era el camino para ser cirujano de corazón y me encontré con que primero tenía que hacer unos años de especialidad en cirugía general para después realizar la subespecialidad en cirugía cardiotorácica. Ese fue el punto de inflexión que me llevó a la medicina y a enfocarme en ese camino.

¿Cómo recuerda sus primeros años como médico residente en cirugía?

Fueron años de mucho aprendizaje y de grandes retos. En la residencia de cirugía general tuve que enfrentarme a situaciones en las que, de un día para otro, pasabas de ser un estudiante acompañado por tus maestros a estar prácticamente solo en un hospital, atendiendo a pacientes y realizando procedimientos. Al principio era inevitable sentir nervios e inseguridad, pero conforme aplicaba lo aprendido y ganaba confianza, esas experiencias se transformaban en una enorme satisfacción.

Con el tiempo entendí que un verdadero cirujano se forma no solo con la teoría y la práctica supervisada, sino con la experiencia propia. Ya en la subespecialidad de cirugía cardiotorácica, ese salto fue aún más evidente: pasar de la protección de un grupo de profesores y compañeros a estar solo frente a los pacientes. Esa transición, aunque difícil, me dio la madurez y la seguridad necesarias para ejercer mi profesión, al grado de que hoy me siento más cómodo dentro de un quirófano que fuera de él.

¿Cómo nació la idea de fundar el Colegio Mexicano de Cirugía Cardíaca y qué retos enfrentó en su consolidación?

Fue un esfuerzo colectivo. En México ya existía la Sociedad Mexicana de Cirugía Cardiaca, presente desde 1960 aproximadamente, así como el Consejo Mexicano de Cirugía de Tórax. Pero faltaba un Colegio que complementara esas instancias. En 2020, antes de la pandemia, un grupo de colegas decidimos fundarlo para dar respaldo científico, legal y académico a nuestra especialidad, que cuenta con apenas unos 600 especialistas en todo el país.

Los retos fueron principalmente administrativos: registros, cédulas y la documentación necesaria para formalizar un colegio de profesionistas. Hoy celebramos reuniones anuales y semestrales en la sede que está en Ciudad de México, lo que ha permitido fortalecer la unión del gremio.

¿Qué proyectos impulsa actualmente el Colegio?

Trabajamos en la creación de guías de práctica clínica basadas en la evidencia más actual. Estas normas son fundamentales para garantizar que cada diagnóstico y cada cirugía se realicen con los mejores criterios científicos, en coordinación con otras especialidades como cardiología, neumología o medicina interna, pues hay padecimientos que además de necesitar un tratamiento médico, requieren tratamiento quirúrgico, y ahí es donde entramos nosotros para que dichos procedimientos se realicen de la manera más profesional.

¿Qué lo motiva cada día a entrar al quirófano, pese al estrés y la responsabilidad que implica?

Para mí, entrar a quirófano significa emoción. La emoción de hacer lo que te apasiona, del gusto por tu trabajo; todo esto sin dejar de lado lo valioso de la vida que tienes en tus manos y la emotividad con la que los familiares encomiendan al paciente. La cirugía genera adrenalina y exige un liderazgo absoluto, pero también es profundamente gratificante. Cada procedimiento es un recordatorio de la confianza que un paciente y su familia depositan en ti.

¿Cómo logra equilibrar la exigencia de su profesión con su vida personal y familiar?

Desafortunadamente ese equilibrio es imposible. Esta profesión, como muchas otras, demanda tiempo, viajes y urgencias constantes. De repente comparto momentos entre comidas, pero la única forma que no atienda una urgencia o algún asunto es que esté lejos, en un congreso o a miles de kilómetros de aquí. Además, se vuelve más complicado porque transito entre dos ciudades (Durango-Torreón) y en varios hospitales, sin embargo, sigo disfrutando lo que hago; entrar al quirófano me llena y mantiene viva mi vocación.

¿Qué valores personales considera fundamentales para ejercer la medicina?

La ética y la honestidad son innegociables. Desde mi punto de vista, considero que el trato debe ser el mismo tanto para un paciente privado como para uno del sistema público: con profesionalismo, calidad y humanidad. También es importante explicar con claridad los riesgos y beneficios de las cirugías para que el paciente tome decisiones informadas, pues parte de la responsabilidad de un médico es asesorar a sus pacientes y ayudarles a tomar una decisión sin decidir por ellos. Por otro lado, puede existir la situación donde se vuelve prohibitivo realizar el procedimiento, esto sucede cuando el riesgo es mucho mayor al beneficio. Es aquí, donde la ética médica debe estar más que presente y firme.

¿Qué consejo daría a los pacientes para cuidar mejor su corazón y prevenir enfermedades que terminen en una cirugía?

La prevención es el mejor tratamiento. Hábitos como mantener una dieta saludable, hacer ejercicio, evitar el tabaco y el vapeo, y controlar enfermedades como hipertensión y diabetes marcan la diferencia en la salud del corazón. Estos padecimientos, muchas veces mal tratados o diagnosticados tarde, son responsables de gran parte de las complicaciones cardíacas que requieren cirugía.

En el caso de los pulmones, el tabaquismo y el vapeo representan riesgos serios. Muchos jóvenes creen que el vapeo no es dañino y creen que es solo vapor, pero hemos visto complicaciones graves incluso en pacientes con pocos años de consumo. A esto se suman los accidentes de tránsito, que con el aumento de motocicletas y de accidentes de tránsito también se han incrementado los casos de traumatismos torácicos que requieren de tratamiento quirúrgico, casos que también requieren de nuestra atención.

¿Qué fue lo más desafiante de su formación como cirujano cardiotorácico y cómo logró superarlo?

Comencé formándome en la UJED y desde ahí fueron ocho años de preparación en hospitales, con todo lo que eso implica: guardias interminables, sacrificios personales, lejanía de la familia. Salir de Durango para formarme en Guadalajara y después en la Ciudad de México en el Centro Médico Nacional Siglo XXI no fue sencillo. Hubo momentos de duda, pero siempre tuve claro mi objetivo: llevar la cirugía cardíaca a mi tierra. Después, me tuve que ir a Ciudad Obregón en Sonora. Allá estuve casi tres años en lo que pude hacer mi cambio para poder acercarme más a Durango, llegando inicialmente a Torreón. Ese trayecto me enseñó a superar los retos de adaptación, el peso de la exigencia académica y la carga emocional de la práctica quirúrgica, volviéndose experiencias que marcaron mi carrera. Al final, cada sacrificio valió la pena porque me permitió regresar con la preparación necesaria para consolidar la especialidad  de cirugía cardiotorácica en la región.

¿Qué logros lo enorgullecen más en el ámbito quirúrgico y en el académico?

En primer lugar, me enorgullece haber logrado lo que todos mis maestros decían que era imposible: establecer la cirugía cardiaca en Durango. Después de 17 años, sigo siendo el único realizando estos procedimientos en el estado, algo que para mi, parecía inalcanzable. Hoy puedo decir que cientos de pacientes han sido operados aquí, sin necesidad de trasladarse a otras ciudades.

También me enorgullece haber realizado las primeras dos cirugías de congénitos tanto en lo público como en lo privado. Los dos fueron bebés recién nacidos y, gracias a Dios, ambas cirugías fueron exitosas.

Otro logro es mi aporte a la cirugía torácica y de trauma en la región, donde he atendido gran parte de los casos graves. Aunque aún tengo pendiente la realización de un trasplante cardíaco o pulmonar, considero que mi trayectoria refleja el cumplimiento de casi todos los objetivos que me propuse al inicio de mi carrera.

¿Qué papel tendrá la inteligencia artificial en la medicina?

La inteligencia artificial avanza rápidamente y sin duda transformará la cirugía. Hoy ya existen robots que pueden asistir procedimientos y hasta detectar movimientos quirúrgicos incorrectos para evitarlos. Incluso se han realizado operaciones a distancia, donde el cirujano y el paciente están en ciudades distintas.

El gran obstáculo, por ahora, son los costos. Los equipos y consumibles necesarios para la cirugía robótica son exorbitantes, tanto en hospitales públicos como privados. Sin embargo, estoy convencido de que en el futuro estas herramientas estarán más al alcance y permitirán mejorar la precisión y seguridad de los procedimientos quirúrgicos.

¿Cómo es un día típico en su vida fuera del hospital?

Mis ratos libres son escasos, pero intento aprovecharlos para ver películas, leer y seguir deportes como el básquetbol y el fútbol americano. Aunque gran parte de mis lecturas siguen siendo médicas, disfruto el momento de desconectarme un poco de la rutina hospitalaria.

No puedo decir que tengo hobbies desarrollados, porque mi tiempo está siempre sujeto a la disponibilidad que requiere la profesión. Sin embargo, esos pequeños espacios de descanso son valiosos para despejar la mente después de jornadas intensas en quirófano.

Fotografía: Andrea Navarro Detrás de cámaras: Alberto Juárez

Cabello y Barba: María de Mexico by Tania Castro
Styling: Fernanda Gallegos Look: Calvin Klein by Liverpool Entrevista: Valentina Almaraz
Locación: Hospital San Jorge Coordinación general: Johanna Herrera

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